El otro día me dijeron “a ver si es la definitiva y estás más de un año sin mudarte”.
Te pongo en contexto, desde que terminé la uni, allá por el 2017, me he mudado chorrocientas veces. (Es más, el sinfín de mudanzas te diría que ya empezó un año antes con el Erasmus)
El verano de 2017 quise pasarlo en pleno Pirineo y me fui unos meses allí a trabajar de camarera.
En 2018 volví a mi pueblo y allí cambie de piso varias veces: con mi madre, con mi padre, mi padre se cambia de piso y yo con él; vuelvo a estar con mi madre etc.
En 2019, me fui a Malta, sola con una maleta, y después a Londres.
En 2020, con la pandemia, volví a España y después del confinamiento me fui a Madrid.
A mediados de 2021 me bajé al sur. Y aunque he estado tres años en la misma provincia, he ido cambiando de zona. Un piso compartido en plena ciudad, y dos mudanzas en pareja a pueblos de alrededor. Mi cuerpo hace tiempo que me pedía cambio, pero en esta ocasión ha tardado un poquitín más en llegar.
Y ahora, en septiembre de 2024, vuelvo a hacerlo, acompañada y a 900 km.
Me voy a un lugar que es hogar con alguien que es hogar.
Hay personas que tienen muy claro desde el primer momento donde quieren establecerse y es maravilloso. Hay otras personas que o bien no quieren establecerse en un solo lugar o prefieren probar diferentes lugares antes de hacerlo. Yo soy de las últimas.
Siempre he dicho que para saber si un lugar es para ti no basta solo con un viaje breve. Aunque hay lugares que te llaman muy fuerte sin siquiera haber estado allí. Pero teniendo la oportunidad, quería probarlo todo: Vivir en España, fuera de ésta, en ciudades grandes, otras más pequeñas, en pueblo, en montaña y en costa.
En todo este tiempo, las reacciones han sido de dos tipos: hay quien me decía que soy muy valiente y otras personas opinaban que voy como pollo sin cabeza de aquí para allá y que así no se puede estar, que tenía que elegir ya. Una parte de mi añoraba tener un hogar estable, un lugar que se sintiera mío y al que volver, pero otra estaba bien conociendo diferentes lugares. Como siempre digo, me hice hogar a mí. También sabía que era algo temporal y quería aprovechar el momento. Si voy escuchando a mi cuerpo, ya me dirá él cuando toca quedarme en el mismo lugar. Y así está siendo, no puedo decir que ésta sea definitiva pero si que me apetece estar más tranquila.
Todos los cambios que he tenido durante estos años me han traído muchísimos aprendizajes:
Por un lado, la gente va a opinar hagas lo que hagas. Pero lo importante es que te escuches a ti, que sepas que quieres tú. Hagas lo que hagas va a estar bien siempre que seas fiel a ti misma y a tus circunstancias.
Y si te equivocas, es mejor que te equivoques por algo que tú has elegido a que te equivoques por haber seguido lo que querían otros para ti. No cometas errores que son de otros.
Tus objetivos de vida no tienen por qué coincidir con los de tu entorno. Esto me gusta verlo como si fuera subir montañas. Cuando llegamos a la adultez y empezamos a tomar nuestras propias decisiones, nos dejan a todos en la ladera de la misma montaña indicandonos una única ruta y como destino final una única cima que es la que la sociedad nos ha vendido: estudia algo con salida, encuentra un trabajo, ve escalando en la misma empresa, cómprate un coche, cómprate una casa, cásate, forma una familia etc.
Sin embargo, mientras vas avanzando en esta montaña, te das cuenta no solo de que hay otras rutas disponibles, rutas que no están tan trilladas o incluso por las que aún nadie ha pasado pero te llamanla atención; sino que puedes dar media vuelta y comenzar en la ladera de otra montaña que tenga la cima que tú quieres subir.
Si eliges la segunda opción, subir otra montaña o ir por otro camino hacia la misma, es muy importante que disfrutes de tus vistas, que contemples lo que tú vas avanzando y que no te compares con todo lo que ha avanzando el de al lado en su ruta. Aunque hagáis la misma y tengais el mismo objetivo, cada uno lleva una mochila que le hace ir más o menos liviano. Habrá quien use Wikiloc (app que amo para rutas de montaña) y tan solo tenga que seguir la ruta marcada, habrá quien vaya acompañado, habrá quien vaya solo, habrá quien se guíe solo por su intuición, habrá quien se pierda más o menos veces etc.
Si a mitad del camino, decides cambiar de cima, no bajes hasta abajo para empezar de cero, busca senderos que conecten ambas y que te lleven más facilmente aprovechando lo ya recorrido.
Ah, y se me olvidaba. La primera vez que me fui fuera, temía que algunas relaciones se enfriaran o terminaran si no estaba cada día en persona. Y con algunas pasó, pero el tiempo me ha demostrado que quien de verdad quiere estar en tu vida, hace por estarlo estés en el mismo lugar o a más de 1000 km. Mensajes, llamadas, visitas. Pero sobre todo me quedo con la sensación de no ha pasado el tiempo entre reencuentro y reencuentro.
Escucha a tu cuerpo. Si algo no es para ti te lo va a estar diciendo. Ya sea un lugar, una persona, un trabajo etc. En estos años, me he equivocado con algún lugar y mi cuerpo estaba con una sensación constante de querer escapar. Cuando lo escuchas y comienzas a dar pasos en la dirección dirección, aunque pueda dar vértigo o miedo, también sientes mucha mucha paz.
Empaquetar toda tu vida en cajas no es fácil, pero no escuchar lo que tu cuerpo pide, a la larga, se hace más complicado. Por eso, siempre decide escalar tu propia montaña.
Con amor,
Pao